En un terremoto, un edificio se ve sacudido de manera violenta desde su base y las aceleraciones generan daños tanto a los componentes estructurales como a los no estructurales. En casos extremos, se puede presentar el colapso de la estructura. Durante la sacudida o luego de esta, se pueden presentar  explosiones en las tuberías de gas que producen incendios que originan pérdidas aún mayores. Los movimientos sísmicos pueden colapsar puentes y provocar deslizamientos de tierra.

En un huracán, la fuerza del viento afecta a los edificios desde el exterior. Esta puede dañar los ventanales y el techo de las estructuras con lo cual se acrecienta el daño a los componentes internos, principalmente por las lluvias torrenciales que acompañan este fenómeno. Los objetos sueltos que son lanzados por el aire pueden causar daños a otras estructuras o a las personas. La crecida de los ríos puede colapsar puentes que se  encuentren sobre ríos caudalosos. Las lluvias intensas y constantes también pueden producir deslizamientos.